Dos finales jugadas con rigor. Ganó el mejor de la temporada, el equipo que más regularidad alcanzó. Campeón hay uno solo.
Liga Deportiva Universitaria volvió a derribar mitos. El Rey de Copas es el primer bicampeón de la LigaPro Ecuabet. Merecidísimo. Una temporada que, una vez más, premió la regularidad y la solidez.
Tras dos finales impecables, el albo superó a Independiente del Valle. La planificación de Pablo Sánchez desde el banquillo resultó efectiva. No hubo pérdida de tiempo ni errores no forzados. Defensivamente, la U cercó a su rival y lo obligó a salir de su zona de confort.
La definición en el Valle fue un canto a la eficiencia y administración de espacios. Las bandas blindadas y una mitad del campo capaz de circular la pelota rápido y seguro. El Rey dejó sin ideas a su contrincante. La creatividad de los mejores intérpretes negriazules se vio venida a menos.
La presión del estadio hizo su parte. La hinchada de Liga se encargó de instalar el carnaval para dar más mística a la definición. Jhojan Julio y Alex Arce sumaron no menos de tres acciones claras. El retroceso fue la clave, todos en escuadra, todos entendiendo que eran el relevo de su compañero más cercano.
Independiente no tuvo paciencia para luchar contra el reloj. El tiempo pasaba y la avalancha tenía forma de nervios. Kendry Páez y Keny Arroyo intentaban comandar avanzadas que se quedaron cortas. Ricardo Adé y Richard Mina se plantaban como gigantes en su zona para reventar el peligro.
El tramo final fue una muestra de mística. Liga jugando para su gente, Liga sabiéndose campeón. Todas las fichas a la historia, los libros dicen que la U cuando se siente dominante no hay quién la pare. Fue un trámite, el descuento en sí fue también un trámite. La corona jamás estuvo en peligro, todo se tornó muy controlado.
Liga logra un título intenso. No hubo fecha donde se podía bajar los brazos. El título de la resiliencia, el título de superar temblores y volverse más fuerte, el título de la lucha constante y el empeño bien conducido.
Alexander Domínguez a la cabeza. Ricardo Adé como pilar y eje nuevamente. Bryan Ramírez como la relevación que rompió esquemas. Jhojan Julio consolidado como amuleto. Alex Adrián Arce el killer confiable, el verdugo de cuanto rival le pusieron en frente.
Pablo Sánchez continuando procesos sin creer en las transiciones. Agarró el equipo y se la creyó, ensamblando cada cosa necesaria. Un estratega que supo entender las cualidades de su equipo, potenció figuras para llevarlas a su mejor versión y entendió que en Liga nadie te espera.
Campeón, campeón hay uno solo. Liga Deportiva Universitaria y su décima tercera corona, una historia de amor que excede la cordura y que se entiende desde la seriedad con la cual se asumen los procesos. Salud al monarca, la Navidad se acostumbró a ser blanca.